Una cuenta, un formato simple, casi aburrido (sólo por ignorancia) y veinticuatro textos. Veinticuatro cosas escritas con urgencia en un año. El motor fue siempre el mismo, ese que planteé en mi “carta de presentación”, escrita entre llamadas a clientes en mi verano en un call center, donde seleccionaba como nombre aquel Elogio al infierno de una dama de Bukowski como punto de partida. Igual, el punto de partida siempre es el amor: amor a los libros, amor a las palabras, amor a la música y a sentirse abrumado cuando algo apasiona. Imagino que eso es la felicidad. Dura unos instantes, te hace un nudo de corbata la garganta, te llena los ojos de lágrimas y la boca de flores, y después se va. Eso me pasa cuando veo tantas cosas escritas por mí. Me gusten o no. Hace un año atrás no podía, no me animaba, que no que no que no. Hoy, les agradezco a aquellos que brindaron alguna palabra de aliento o el más mínimo comentario, por ayudarme a empezar a escribir, y por eso, a ser un poco más feliz.
El Infierno de una dama les desea un feliz año nuevo y se desea a sí mismo una próxima reconstrucción.
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