No hay ningún cielo
Ni mariposas en los bolsillos
Ni etéreos atardeceres
que devuelvan algo de lo que te quita
el desarraigo.
A nadie engaña pensar que mirando hacia arriba
te olvidas.
Estar lejos se paga con llagas abiertas
rodillas cansadas
El ropero vacío
Y la ropita en el corazón.
Una vida alquilada a un precio muy alto
A kilómetros
De acá.
Claro,
pagas
Cualquier
cosa
con tal de no ver
Tus pies yendo
a Ningún lado.
Un placer leerte, Lucía.
ResponderEliminarCada vez...